Siento entumecidos mis brazos fríos. La lengua morada e hinchada, no puedo hablar. Un susurro en el viento: “papá”, y después, llanto. Escucho a mi hijo, desconsolado sobre el féretro. Lo siguiente, mi corazón acelerado, la montaña de tierra sella mi destino. “Estoy vivo”. La frase es mi ahogo, entre las paredes de satín blanco… oscuridad. Y la mosca en una oreja es mi única compañía.
Victoria Larisgoitia
Fin
Actualizado: 7 jul 2021