Motivo y Consecuencia
- Victoria Larisgoitia
- 7 may 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 7 jul 2021
Soy la brisa que acaricia tu sonrisa a través de mis palabras.
Lees en calma lo que mi alma recita y no hay distancias cortas al murmullo que incita, el brillo que tu mirada me regala, lejos en la distancia.
Soy una nube que viaja a la deriva de una ilusión desmedida, no temo perder mi rumbo, si me aferro a tu mundo, me reencuentro a mi misma, frente a este espejo desierto que devuelve la sonrisa en mi boca, cuando beso tu boca.
A veces, me supera la melancolía, porque creo que puedo con lo que siento, pero desborda mi corazón sin medidas y descubro que estoy cautiva de este sentir intenso.
Quiero creer que coincidimos en este viaje, pasiones que deseo explorar sin dejar espacio a la duda, entregarme a ti sin culpas y elevarnos en esta nueva forma de amar.
Me refugio en mi teclado, dicto con la punta de mis labios los versos que mi alma recita, pienso en cómo sería sentirte en mi espacio, cómo sería compartir un abrazo, amarnos con simpleza. Maduro el recuerdo que vuela, en mi mente no hay lugar para el olvido y te acercas, como un recuerdo nítido.
Y espero, que regreses a mi como un viajero, que explora otras tierras sin dueño. Espero, sin esperar nada a cambio, solo el arduo trabajo de conquistar quimeras, soñar encuentros furtivos en primavera, o desear distante en mi piel que se sonroja, la caricia negada un instante. Sólo tu palabra me provoca, la espera infinita de encontrarte algún día, llegando a mi sin miedo, sin prisas.
Descubre mi secreto alado, desnuda mi alma rendida. Soy el deseo consumado del Edén que fue paraíso alguna vez. Derrocho versos cada mañana, anhelo que sepas que eres motivo y consecuencia de este vergel que no para de nacer, palabras que el amanecer decanta, ansias de un río que sienta mi fluir. Eres motivo y consecuencia, verdad absoluta que me inspira, a concluir cada noche exhausta de mi brotar sincero cada mañana.
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